Across the Universe
martes, 22 de febrero de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
domingo, 30 de enero de 2011
El Hiyab
"Aunque posee un concepto amplio, heyab siempre hace referencia a separar, esconder. De hecho la raíz de este término árabe significa “ocultar”. Las ocasiones en que el Corán ha hecho referencia al heyab, se ha referido a conceptos como esconder, camuflar, separar, prohibir, ocultar… El velo ha sido signo de reclusión femenina".
Solo las diosas pasean por el infierno: retrato de la mujer en los países musulmanes, AZADE KAYANU y MARTHA ZEIN.
sábado, 2 de octubre de 2010
Esculturas extrañas de todo el mundo
Os dejo con algunas de las esculturas más raras de todo el mundo.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Receta: tzatziki o salsa griega
Ingredientes para 6 personas:
2 tazas (de té) de yogur, preferiblemente griego
1 pepino mediano
4 dientes de ajo
2 cucharadas de aceite de oliva
Un poco de jugo de limón (opcional)
Sal
Una pizca de pimienta negra
Vinagre
Un manojo de eneldo picado o un poco de menta fresca picada
Aceitunas negras para adornar
Dejar escurrir el yogur durante unas horas en la nevera, para que suelte el máximo de líquido posible y quede cuanto más concentrado mejor. Para ello necesitaréis un colador de malla muy fina o un paño para queso limpio. Si no tenéis también podéis usar una gasa.
Pelar el pepino, rallarlo y ponerlo en un colador, también durante unas horas, para que suelte toda el agua. Podéis echarle la sal para que ayude en el proceso.
Pelar los dientes de ajo y machacarlos con el mortero o bien triturarlos.
Mezclar en un bol el yogur, el pepino, el aceite, el vinagre, el jugo de limón, la sal, la pimienta y el eneldo picado.
Dejar reposar la salsa durante una hora en el frigorífico y, al servir, decorarla con aceitunas negras.
Podéis disfrutar de esta deliciosa salsa como aperitivo con un poco de pan, o como acompañamiento de carnes, como el kebab.
M.
El zunzún y la rana pigmeo: los más pequeños
S.
Los Amantes de Teruel
A principios del siglo XIII existieron, en Teruel, Isabel de Segura y Diego de Marcilla, dos jóvenes que, al poco de conocerse, se enamoraron. Ella procedía de una familia rica, que no aceptaba el matrimonio con un chico pobre como Diego. Así que el joven le hizo una promesa a su amor: si ella lo esperaba 5 años, él volvería lleno de riquezas y se casarían.
Diego luchó contra los moros e hizo fortuna. Mientras tanto, Isabel, importunada por su padre para que tomase marido, le dijo que no lo haría hasta cumplir los 20 años, ya que las mujeres no podían casarse hasta poder regir la casa. Pasado ese tiempo, y al no tener ninguna noticia de su amado, la doncella aceptó a casarse con otro hombre.
¡Maldita la suerte, que justo entonces llegó Diego de su largo viaje! Se puso tras el lecho de Isabel ya desposada y le rogó un beso: “Bésame que me muero” dijo él. “No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si a Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí”. Diego no se rinde y le pide otro beso, pero al negárselo ella otra vez, cae muerto de amor.
Al día siguiente las campanas sonaban por toda la ciudad para celebrar el funeral de Diego de Marcilla. Entre la muchedumbre apareció una joven dama con la cabeza cubierta. Era Isabel de Segura, que se destapó la cara y le dio a Diego el beso que él le había pedido en vida. La dama cayó muerta sobre el que había sido su gran amor.
“Murieron como vivieron,
y como cuando vivían
uno por otro morían
uno por otro murieron…”
Juan de Tarsis
Y cómo decía mi abuelo… “Los Amantes de Teruel, tonto ella, tonto él”.
M.